El nearshoring es un enfoque comercial que nace del offshoring y se da cuando una empresa externa proporciona servicios específicos desde otro país con una relativa cercanía geográfica.
La práctica del nearshoring también ocurre cuando una misma organización decide transferir una parte de su trabajo a un país cercano que brinde beneficios de reducción de costos. La principal diferencia con el offshoring es que este no toma en cuenta la distancia geográfica, por lo que puede generar dificultades relacionadas con el horario, el idioma o la cultura.
De esta forma, la proximidad que brinda el nearshoring se convierte en una ventaja en muchos sentidos, pues no suele haber diferencia horaria y si la hay es extraño que sea superior a un par de horas, haciendo que las reuniones personales se vuelven más sencillas al estar sólo a una frontera de distancia. Todo esto beneficia a una colaboración más estrecha en tiempo real y permite contar con una supervisión más estricta sobre los procesos de desarrollo.
Si bien esta práctica no es nueva, las condiciones globales generadas con el inicio de la guerra comercial entre Estados Unidos y China, en un primer momento, y después con la crisis del COVID-19, la han reforzado no solo como una forma de reducción de costos, sino también como una alternativa para garantizar la seguridad de las cadenas de suministro.
De acuerdo con el Índice Nearshoring 2020, elaborado por la empresa inglesa Savills, México ocupa la posición número 15 entre 40 países que integran el ranking, ubicándose por encima de Brasil, en la posición 25; y de Canadá en el lugar 28 de la lista.
La clasificación dentro del índice se crea según los costos laborales de manufactura, costos de electricidad y la apertura de la infraestructura y el comercio. Los países considerados en el ranking también responden a su potencial por ubicarse muy cerca de los principales mercados de consumo.
La posición geográfica de México ha sido aprovechada en gran medida por la industria automotriz, pues tras la creación del grupo FCA en 2014, de acuerdo al portal Mexico Business News, al menos siete empresas automotrices desembarcaron en el territorio, impulsando las exportaciones de vehículos en 188.4% entre 2010 y 2019.
Con la crisis del COVID-19 el país se encuentra nuevamente en la mira de la industria como una opción para reducir las vulnerabilidades ante la dependencia de proveedores offshore, en especial los de origen asiático. Sin embargo, las estrictas reglas de origen del T-MEC, hacia un mayor valor regional, suman un punto crítico a evaluar en la reestructura de las operaciones de las OEM (Original Equipment Manufacturer).
De acuerdo con el reporte Globalización en transición: El futuro del comercio y las cadenas de valor, publicado por McKinsey un año antes de la pandemia, la consultora estimaba que el aumento en las tecnologías de automatización, inteligencia artificial e impresión 3-D, así como el aumento en los costos laborales en China, ya preparaban el terreno para hacer del nearshoring una práctica de importante rentabilidad en la década que inició en el 2020.
El nearshoring es un enfoque comercial que nace del offshoring y se da cuando una empresa externa proporciona servicios específicos desde otro país con una relativa cercanía geográfica.
La práctica del nearshoring también ocurre cuando una misma organización decide transferir una parte de su trabajo a un país cercano que brinde beneficios de reducción de costos. La principal diferencia con el offshoring es que este no toma en cuenta la distancia geográfica, por lo que puede generar dificultades relacionadas con el horario, el idioma o la cultura.
De esta forma, la proximidad que brinda el nearshoring se convierte en una ventaja en muchos sentidos, pues no suele haber diferencia horaria y si la hay es extraño que sea superior a un par de horas, haciendo que las reuniones personales se vuelven más sencillas al estar sólo a una frontera de distancia. Todo esto beneficia a una colaboración más estrecha en tiempo real y permite contar con una supervisión más estricta sobre los procesos de desarrollo.
Si bien esta práctica no es nueva, las condiciones globales generadas con el inicio de la guerra comercial entre Estados Unidos y China, en un primer momento, y después con la crisis del COVID-19, la han reforzado no solo como una forma de reducción de costos, sino también como una alternativa para garantizar la seguridad de las cadenas de suministro.
De acuerdo con el Índice Nearshoring 2020, elaborado por la empresa inglesa Savills, México ocupa la posición número 15 entre 40 países que integran el ranking, ubicándose por encima de Brasil, en la posición 25; y de Canadá en el lugar 28 de la lista.
La clasificación dentro del índice se crea según los costos laborales de manufactura, costos de electricidad y la apertura de la infraestructura y el comercio. Los países considerados en el ranking también responden a su potencial por ubicarse muy cerca de los principales mercados de consumo.
La posición geográfica de México ha sido aprovechada en gran medida por la industria automotriz, pues tras la creación del grupo FCA en 2014, de acuerdo al portal Mexico Business News, al menos siete empresas automotrices desembarcaron en el territorio, impulsando las exportaciones de vehículos en 188.4% entre 2010 y 2019.
Con la crisis del COVID-19 el país se encuentra nuevamente en la mira de la industria como una opción para reducir las vulnerabilidades ante la dependencia de proveedores offshore, en especial los de origen asiático. Sin embargo, las estrictas reglas de origen del T-MEC, hacia un mayor valor regional, suman un punto crítico a evaluar en la reestructura de las operaciones de las OEM (Original Equipment Manufacturer).
De acuerdo con el reporte Globalización en transición: El futuro del comercio y las cadenas de valor, publicado por McKinsey un año antes de la pandemia, la consultora estimaba que el aumento en las tecnologías de automatización, inteligencia artificial e impresión 3-D, así como el aumento en los costos laborales en China, ya preparaban el terreno para hacer del nearshoring una práctica de importante rentabilidad en la década que inició en el 2020.
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