Es importante empezar a concebir de forma distinta la generación, distribución y uso de la energía en los entornos urbanos para un futuro de cero emisiones.
En el marco de la lucha contra el calentamiento global, la mayor parte de las empresas y organizaciones están concentradas en una sola tarea: reducir lo más posible las emisiones contaminantes al medio ambiente.
Aquí, el rol de los centros urbanos es fundamental. De acuerdo con la organización C40 Group, a pesar que las ciudades solo representan el 2% de la superficie terrestre ocupada por seres humanos, abarcan dos terceras partes de la energía total consumida en el planeta y son responsables del 70% de las emisiones de carbono a escala global.
En este sentido, las ciudades serán clave para avanzar hacia un modelo de consumo de energía que sea más amigable con el medio ambiente. Sin embargo, transformar los centros urbanos en ecosistemas verdes no será sencillo. Desde 2014, investigadores de la Lund University en Suecia advertían que sería necesario mucha experimentación y aprendizaje para salir adelante.
Sin embargo, con el paso de los años se han desarrollado algunos conocimientos básicos que han permitido trazar una hoja de ruta básica para la creación de ciudades cero emisiones, donde el uso más inteligente y responsable de la energía esté contemplado desde su concepción. El Foro Económico Mundial (WEF) publicó recientemente un estudio donde describe cinco pilares concretos, divididos en dos categorías concretas donde el sector energía tendría un rol crucial:
De acuerdo con el WEF, se estima que se necesitará duplicar los espacios inmobiliarios disponibles para 2050, solo para poder lidiar con la demanda de una creciente población. En este sentido, se necesita adoptar una visión cero-emisiones en cada etapa de la vida de un edificio, desde su construcción hasta su mantenimiento.
En este contexto, el primer pilar definido por el Foro es la adopción de estándares verdes para construcciones nuevas y existentes. Para el sector de energía, esto implica ponerse metas (o al menos hojas de ruta) para una electrificación completa de la instalación, soportes para la máxima eficiencia posible en el uso energético, así como incentivos para el uso de fuentes renovables locales.
El segundo pilar tiene que ver con un financiamiento verde de bajo costo. Especialmente cuando se trata de energía renovable y la infraestructura que la soporta, los costos para desarrolladores y consumidores finales pueden ser aún muy altos. En este sentido, es crucial que los gobiernos desarrollen incentivos, créditos y programas que ayuden a que estas tecnologías sean más competitivas frente a las opciones de altas emisiones de carbono.
Finalmente, el tercer pilar tiene que ver con la integración de infraestructura para un manejo inteligente de la energía. Las propuestas de reducción de emisiones no darán frutos si se sigue fomentando un uso desmedido, descuidado y sin restricciones de energía. En este sentido, hay que establecer sistemas de transparencia, medición y rendición de cuentas que fomenten tanto la eficiencia del ecosistema como la mitigación de la demanda en el largo plazo.
Las ciudades no solo están compuestas de edificios. Una parte crucial de los ecosistemas urbanos son sus plataformas de transporte, desde los vehículos privados hasta el transporte público y las redes de distribución de productos. Desde un punto de vista de energía, también es importante que el diseño de centros urbanos considere estos factores.
En esta categoría, el primer pilar es la optimización de la movilidad mediante planeación humana. Similar al caso de los edificios, los esfuerzos de reducir el impacto del consumo de energía no darán resultado si no hay propuestas concretas para un uso más inteligente y eficiente de los recursos. Esto implica crear zonas de usos mixtos, donde las zonas residenciales, comerciales y de trabajo estén cerca unas de otras para reducir los trayectos de las personas lo más posible.
Por su lado, el segundo (y último pilar de la estrategia propuesta por el WEF) contempla tanto la expansión como la descarbonización de las flotas de transporte público. Lo anterior no solo permitirá reducir directamente la emisión de carbono de las ciudades porque habrá más vehículos con tecnologías amigables al medio ambiente. También creará incentivos para el uso de los sistemas de transporte público en lugar del uso de vehículos privados.
Es importante empezar a concebir de forma distinta la generación, distribución y uso de la energía en los entornos urbanos para un futuro de cero emisiones.
En el marco de la lucha contra el calentamiento global, la mayor parte de las empresas y organizaciones están concentradas en una sola tarea: reducir lo más posible las emisiones contaminantes al medio ambiente.
Aquí, el rol de los centros urbanos es fundamental. De acuerdo con la organización C40 Group, a pesar que las ciudades solo representan el 2% de la superficie terrestre ocupada por seres humanos, abarcan dos terceras partes de la energía total consumida en el planeta y son responsables del 70% de las emisiones de carbono a escala global.
En este sentido, las ciudades serán clave para avanzar hacia un modelo de consumo de energía que sea más amigable con el medio ambiente. Sin embargo, transformar los centros urbanos en ecosistemas verdes no será sencillo. Desde 2014, investigadores de la Lund University en Suecia advertían que sería necesario mucha experimentación y aprendizaje para salir adelante.
Sin embargo, con el paso de los años se han desarrollado algunos conocimientos básicos que han permitido trazar una hoja de ruta básica para la creación de ciudades cero emisiones, donde el uso más inteligente y responsable de la energía esté contemplado desde su concepción. El Foro Económico Mundial (WEF) publicó recientemente un estudio donde describe cinco pilares concretos, divididos en dos categorías concretas donde el sector energía tendría un rol crucial:
De acuerdo con el WEF, se estima que se necesitará duplicar los espacios inmobiliarios disponibles para 2050, solo para poder lidiar con la demanda de una creciente población. En este sentido, se necesita adoptar una visión cero-emisiones en cada etapa de la vida de un edificio, desde su construcción hasta su mantenimiento.
En este contexto, el primer pilar definido por el Foro es la adopción de estándares verdes para construcciones nuevas y existentes. Para el sector de energía, esto implica ponerse metas (o al menos hojas de ruta) para una electrificación completa de la instalación, soportes para la máxima eficiencia posible en el uso energético, así como incentivos para el uso de fuentes renovables locales.
El segundo pilar tiene que ver con un financiamiento verde de bajo costo. Especialmente cuando se trata de energía renovable y la infraestructura que la soporta, los costos para desarrolladores y consumidores finales pueden ser aún muy altos. En este sentido, es crucial que los gobiernos desarrollen incentivos, créditos y programas que ayuden a que estas tecnologías sean más competitivas frente a las opciones de altas emisiones de carbono.
Finalmente, el tercer pilar tiene que ver con la integración de infraestructura para un manejo inteligente de la energía. Las propuestas de reducción de emisiones no darán frutos si se sigue fomentando un uso desmedido, descuidado y sin restricciones de energía. En este sentido, hay que establecer sistemas de transparencia, medición y rendición de cuentas que fomenten tanto la eficiencia del ecosistema como la mitigación de la demanda en el largo plazo.
Las ciudades no solo están compuestas de edificios. Una parte crucial de los ecosistemas urbanos son sus plataformas de transporte, desde los vehículos privados hasta el transporte público y las redes de distribución de productos. Desde un punto de vista de energía, también es importante que el diseño de centros urbanos considere estos factores.
En esta categoría, el primer pilar es la optimización de la movilidad mediante planeación humana. Similar al caso de los edificios, los esfuerzos de reducir el impacto del consumo de energía no darán resultado si no hay propuestas concretas para un uso más inteligente y eficiente de los recursos. Esto implica crear zonas de usos mixtos, donde las zonas residenciales, comerciales y de trabajo estén cerca unas de otras para reducir los trayectos de las personas lo más posible.
Por su lado, el segundo (y último pilar de la estrategia propuesta por el WEF) contempla tanto la expansión como la descarbonización de las flotas de transporte público. Lo anterior no solo permitirá reducir directamente la emisión de carbono de las ciudades porque habrá más vehículos con tecnologías amigables al medio ambiente. También creará incentivos para el uso de los sistemas de transporte público en lugar del uso de vehículos privados.
Con esta disciplina, BLK Global Logistics le orquesta servicios integrados de diferentes áreas, asegurando la ejecución coordinada de todas las actividades de las redes logísticas. Nuestros servicios de Conducción Logístika® le ayudan a orquestar equipos globales de: